TLP. Desmontando mitos Miedo al abandono?
Para detectar la presencia de un TLP (trastorno límite de la personalidad) debemos remitirnos al DSM 5 o Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Es suficiente con cumplir cinco de las 9 características para obtener el diagnóstico.
- Miedo al abandono
- Patrón de relaciones interpersonales inestables.
- Alteración de la identidad.
- Impulsividad en al menos dos áreas que son potencialmente dañinas para uno mismo: las relativas al sexo, el dinero, los atracones de comida, la conducción temeraria y el abuso de sustancias.
- Intentos suicidas o conducta autolesiva.
- Inestabilidad afectiva.
- Problemas para controlar la ira.
- Sentimientos crónicos de vacío.
- Ideación paranoide transitoria asociada al estrés o síntomas disociativos.
Miedo al abandono
Pasando a profundizar sobre el primero de los síntomas diferenciales que en algunos escritos describen como ",esfuerzos frenéticos para evitar el abandono real o imaginario", una frase ya de por sí, al menos desagradable, podemos hacer un primer análisis en la expresión escrita del síntoma. Que tipos de esfuerzos se supone que se realizan? A qué se refiere con el término frenético? Que se considera abandono?
Al leer la definición no puedo por más que imaginar a alguien que se agarra a la pierna de otra persona que se quiere marchar, mientras se tira de los pelos gritando "No me dejes!!!! Que me muero!".
Nada más lejos de la realidad.
El supuesto miedo al abandono, siempre bajo el punto de vista de la que escribe, no existe. Lo que si existe es una vivencia traumática relacional en la infancia por parte de los cuidadores. Esta vivencia, en la mayor parte de los casos, si indagamos un poco en la historia familiar, podremos comprobar que se ha dado por un vínculo directo con una figura con trastorno Narcisista o psicopático y me explico.
Según la teoría de John Bowlby, el apego ansioso ambivalente en la infancia se crea cuando los cuidadores, en su interacción con el niño, oscilan entre dos polos: Te quiero y te odio, te cuido y te desatiendo, te valoro y te degrado, etc. Estos patrones de comportamiento son típicos y definitorios de narcisistas y psicopatas. El resultado es que los niños perciben al cuidador como alguien imprevisible, alguien con quien no saben cómo actuar, quien a veces les produce miedo, otras un deseo de ser aceptados y agradar o una interiorización del rechazo. Este desequilibrio tiene como resultado un estado de estrés permanente, un desequilibrio emocional y una autoimagen o percepción del Self variable, creada por el comportamiento del maltratador infantil. El niñ@ intenta entender que hace mal, que puede hacer para hacerse querer y experimenta a diario un intenso sufrimiento al sentir el rechazo (abandono).
En la edad adulta, por tanto, puede actuar de varias maneras: Una evitativa de relaciones con intimidad. Si no dejo que nadie se acerque a mi lo suficiente, no podrán hacerme daño. Pueden buscar la aprobación en esas relaciones de adulto, siendo excesivamente atentos y cuidadosos. Y por último, es frecuente que terminen relacionándose con perfiles similares al parental maltratador, reaccionando así a comportamientos ya vivenciados traumáticamente en la infancia, con una forma de expresión traumática, junto a los síntomas y conductas que esta conlleva: Desequilibrio emocional, autoculpabilización, miedo, aislamiento, angustia, etc.
Por tanto, no hay esfuerzos, sino comportamientos de supervivencia aprendidos ante las relaciones, no son frenéticos, sino traumáticos, y no es ante el abandono, sino ante cualquier relación interpersonal que implique intimidad y afecto.
En cambio si hay retraumatización por parte de perfiles abusadores.
En cualquier caso, esto no ocurre con todas las personas con TLP, ni con todas las relaciones. Muchos somos capaces de tener relaciones bonitas, sin grandes problemas, o al menos no diferentes los de cualquier otra persona con sus relaciones.
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