Despersonalización, devaluación y descarte en relación de matrato psicológico.


A veces cuento en primera persona mis experiencias porque creo es la manera más eficaz de que otras víctimas entiendan comportamientos abusivos. Esta será una de esas ocasiones.
Tras tres años de convivencia, con aquella ex pareja maltratadora teniéndome ( en palabras de mis psicólogos), como conejillo de indias para experimentar su nuevo oficio de terapeuta ( sin grado en psicología), tras reiterados intentos de irme, en los que él me llamaba para que regresara, pero en los que cada vez me dejaba llegar un poco más lejos con el coche en la carretera que iba desde el pueblo perdido a Madrid, como otro de sus juegos de poder y control, por fin un día me permitió llegar a mi destino, la casa de mi hermana. 
Llegué triste, pero con la sensación de poder respirar por primera vez después de tres años. 
Hablábamos de vez en cuando, le comentaba como me sentía, que empezaba a salir sola a sitios, que me había metido en un gimnasio, que quedaba con gente. Estaba disfrutando realmente de una sensación de libertad de la que no era aún consciente me había robado durante aquellos tres años previos. Yo a veces comentaba cosas a la familia sobre mi convivencia con él; como me decía que lo que había comprado él era suyo, como me coaccionaba para gastarme, entonces si, dinero que no tenía en nuestra casa. Como me hostigaba continuamente en el sofá cuando veíamos la tele dándome pataditas o agarrándome el pubis ( le había pedido por favor en infinidad de ocasiones que no lo hiciera, que me hacía sentir mal), como a base de insistir en lo mucho que odiaba un cuadro que yo había hecho hace años, que me encantaba y del que no me desprendía nunca, terminé destrozándolo yo misma o como un día que sin venir a cuento me gritó " No te soporto, no soporto nada de ti. Ni como hablas, ni como actúas, ni como piensas, ni como eres"... Eso no es normal, me decían con cara de asombro y preocupación, pero yo le escusaba con los mismos argumentos que él me daba. El día que me dijo aquello, me fui al colchón de su despacho enfadada.Preguntándome que había hecho para que me tratara así. Y por qué no me dejaba si no me soportaba. A cuento de que venía, cuando pocas horas antes nos estábamos riendo. El Sr. X apareció al cabo de un rato. Él, el psicópata maquiavélico me dijo, " no hagas caso de lo que digo, solo fíjate en lo que hago", " no ves que no hago más que trabajar y estar contigo?" , " Que me desvivo por tí?", " Como voy a estar contigo si no te quisiera?". "Anda tontita, no hagas caso de lo que digo cuando me enfado". Me deshice en llanto y una vez más me repitió " así me gusta, que muestres tu vulnerabilidad". 
Esa es la manipulación cohercitiva. El punto de anclaje que utilizó conmigo desde el primer día. Cada vez que conseguía que me desmoronara, que cediera a sus manipulaciones, que agacharse la cabeza, que me debilitase mentalmente, que me sintiera culpable y triste, reafirmaba el mensaje con esa frase. Es más, demostró en aquel momento que era plenamente consciente de su condición de psicópata, pues siempre advierten sobre ellos " fíjate en lo que hace, no en lo que dice". Pero tampoco puedes fijarte de lo que hacen porque siempre mantienen una agenda oculta, una vida paralela que tú desconoces.
Llegué al fin a casa de mi hermana, como decía y comenzó entonces a hablarme de tener tiempo de calidad que no habíamos tenido, de darnos otra oportunidad, de vernos. Le dije " me están saltando todas las alarmas, no quiero sufrir, no me hagas daño por favor", pero él insistía diciendo " para que no te duela un dedo te cortas un brazo?", "déjate fluir". Y una vez más, no escuché a mi intuición. 
Quedamos y me dijo, " qué subidita se te ve", tras lo que siguió reiterandome el darnos otra oportunidad y decirme que si para que confiara había que casarse, nos casábamos, que no había pensado pedírmelo así, le hubiera gustado que fuera más especial. Le dije que no, que no quería se produjera como condicionamiento para que regresara con él. Pero caí como una estúpida, el sueño de sentirme querida, comprendida, aceptada, la idealización del amor, del príncipe azul, del alma gemela, la "zanahoria" que había utilizado durante la relación para que fuera agachando la cabeza, aceptando sus reglas, su control, su utilización, su manipulación psicológica. Si haces todo lo que yo quiero, cuando yo quiero y como yo quiero, esa herida de niña por fin estará sanada. 
Comenzaron las invitaciones a cenas, los viajes, los regalos, el anillo de (según él, diamantes y una gema de mi color preferido). Llegó en viaje en moto por los Pirineos. Yo iba de fotógrafa, prácticamente, sin voz ni voto. Me hostigó durante todo el viaje, si quería parar en un pueblo no había tiempo, si le abrazaba porque iba rápido, le molestaba, si quería ir por un camino, él por el contrario, venga sube "diplodocus",...Por las noches mientras yo lavaba sus calzoncillos y calcetines, él chateaba. Nunca colgaba fotos conmigo en sus redes, siempre solo. Una se coló en la que yo salía reflejada en un espejo, pero rápidamente su amigo y vecino le avisó de que se me veía y la recortó. " El amigo" al que alagaba en público, pero en privado me decía que hablaba muy impostado ( el Sr X  sabe mucho mejor actuar, cierto es) y que siempre tenía planes que nunca lograba. Bájate del pedestal en el que estás, le dije, no por ser ahora terapeuta eres mejor, de tí también decían otros lo mismo antes. Y como los psicópatas no confrontan, me miró con una especie de sonrisa de Monalisa y se calló.
Al regreso de aquel viaje, en el que me metió por caminos de tierra que me daban miedo, en el que el motero experimentado disminuía tanto la velocidad en cuesta que nos caímos, para luego, con la excusa de peligrosidad, hacerme subir andando mientras él seguía en la moto, al regreso como decía, le llamé un día y me dijo por teléfono que no me quería.
Esa era la persona en la que confiaba, el fantástico "terapeuta" que conocía perfectamente mi TLP y lo que podía provocar lo que había hecho. Evidentemente terminé autolesionándome y en urgencias.
Que había pasado? No entendía nada. Estaba tan desconconcertada, me resultaba tan difícil comprender lo que había hecho... Una de las primeras cosas que hice fue hablar con una persona allegada a él para comentar cómo me sentía y comencé a postear lo que no me parecían actitudes normales. Esta persona, que aunque yo no lo sabía, ya había sido objeto, junto con otras, de la campaña de difamación previa que hacen este tipo de perfiles, dió aviso al maltratador. Hoy sé, que hizo una campaña de desprestigio antes del descarte. Juntando las piezas de mi mente disociada en aquella época ahora entiendo cosas que no lograba percibir entonces. Durante una cena, con su amigo-vecino y la novia de este, ella no hacía más que decir lo mucho que cuidaba de su pareja, que el amor hay que demostrarlo, que le encantaba cocinar para él, que a ella no le gustaba mucho la gente pero que había que "cambiar de traje" para relacionarse. Todo este discurso lo reiteraba mientras el psicópata callaba y obsevaba. Hoy intuyo que aquello formaba parte de la campaña de desprestigio previa. Una de las cosas que comenzó a hacer durante la etapa de devaluación fue rechazar mi comida. Yo cocinaba para él y lo que al principio le encantaba, comenzó a estar muy salado, o muy soso,o a saber "raro". Lo dejaba y se hacía él algo con enormes muestras de lo maravilloso que estaba lo que él mismo había hecho. Un día me cansé, le dije que sí se iba a dejar todo lo que yo me esmeraba en cocinar y tantísimo le gustaba lo suyo, se lo hiciera él. A los pocos días contrató una cocinera que le hacía tupers. Entiendo por tanto, que se iba quejando de lo mala que era, que hasta había tenido que contratar a alguien porque yo no quería cocinar o algo semejante. También descubrí como se quejaba públicamente en una red social hablando con una echadora de cartas, ex amante de su amigo y ella le contestaba que recobrara "su poder", la misma que el día que ingresé en el hospital posteó "ya está bien de victimismo". Recordé igualmente, como tenía una relación cortés y amigable con su vecino- amigo, como me montó un número de celos al llegar al pueblo alegando que le miraba coqueteando, lo que provocó que midiera mucho mi comportamiento, dónde miraba, cuánto tiempo, como lo hacía,... Empecé a recordar también como cambió la actitud de este hacía mí cuando lo encontrábamos en alguna terraza, desde el día que hablando de maltrato comenté, en estado de absoluta disociación traumática, que el Sr X.  ( así le llamo porque hoy puede ser uno y mañana otro) se parecía a un familiar directo narcisista y que el maltrato familiar condiciona las relaciones futuras. Cuando nos separamos me echó tal bronca por "desprestigiarte delante de sus amigos" que terminé destrozada. No entendía por qué había salido eso de mi boca. Me sentí mala persona, culpable, horrible e intenté durante semanas hacerme perdonar alagándole constantemente, haciéndole masajes, complaciéndole en lo que sabía que le gustaba. Pero el amigo cambió un día su actitud de tal modo que cuando nos encontrábamos, me hacían el vacío entre ambos. Yo me callaba, me iba sola a dar un paseo y normalizada lo anormal. Se que fue en ese momento cuando se dió cuenta de que había una parte de mi que observaba el maltrato y lo evidenciaba, se que fue entonces cuando comenzó a quitarse la máscara y apareció "Torrente" versión Sr. X.

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